Dinero y amor
AYUDAME A SALVAE UNA VIDA
REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, alkadasim, ¿nasilsin?
Dios nos llama hoy a examinar nuestra actitud sobre los bienes materiales. Si el cristiano no comparte sus bienes con los necesitados, no es auténtico cristiano. Es duro el evangelio cuando habla de la suerte del rico y del pobre. A veces, la mesa llena, el vestido púrpura y los muchos dividendos impiden la conversión. Pero lo que parece imposible a los ojos de los seres humanos, no es imposible ante Dios.
Las lecturas de este domingo nos ponen en guardia frente a las riquezas, que endurecen el corazón. El lujo hace olvidar los desastres del pueblo, dice el profeta Amós.
A la puerta del rico se apaga la vida del pobre Lázaro, leemos en el evangelio. Contra esa riqueza despreocupada está la regla de vida que propone el autor de la carta a Timoteo (honradez, religiosidad, fe, amor, paciencia, dulzura) y la confianza en un Dios que, según el salmo, sustenta la vida del huérfano y de la viuda.
El profeta Amós continúa atacando las injusticias de su pueblo, no soporta el lujo de los ricos, condenando su falsa seguridad y les anuncia el castigo próximo. Con el salmo 145 damos gracias a Dios por su justicia en favor de los más necesitados.
San Pablo expone, en la segunda lectura, las virtudes que debe poseer el servidor ideal. Las pautas de conducta que señala San Pablo son aplicables a nosotros hoy, aquí y ahora. Y en estos momentos históricos, tienen mayor vigencia.
En el Evangelio de Lucas 16, de nuevo Lucas nos transmite la mentalidad de Cristo Jesús respecto a las riquezas, haciendo uso de una parábola.
Víctor Martínez piensa que el problema no es tener riquezas, sino saber como comportarnos y como compartir con los más necesitados.
Hay quienes tienen mucho dinero que dar, hay quienes tienen mucho amor que dar, lo ideal sería tener ambas cosas, unir lo material con lo espiritual y glorificar al Padre con tus grandes obras.
Hasta la próxima.