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La iglesia y el Tío Sam tumbaron a Juan Bosch

Por Augusto Álvarez

El 25 de septiembre, en 1963, el pronóstico del presidente Juan Bosch dio en el clavo tras afirmar que «más duraba una cucaracha en un gallinero que un golpe de Estado».

Al prolongarse en el tiempo la ejecución del golpe de Estado, Bosch fue claro al expresar que «las gallinas americanas no comen cucarachas» una clara implicación del Tío Sam en su derrocamiento.

Obviamente, el esfuerzo principal la base ideológica y de movilización contra el presidente Bosch, y la constitución de 1963, fue un sector de la Iglesia Católica y sus mítines de reafirmación cristiana, bajo la dirección del sacerdote Marcial Silva, un capellán de la Fuerza Aérea, y socios en la trama golpista de Elías Wessin y Wessin.

¿Por qué tanto temor al gobierno del profesor Bosch y a su Constitución?

Básicamente por temor a la influencia cubana, Washington mantenía una especie de ¡alerta roja!, en especie para las naciones que habían sufrido férreas dictaduras, en especial República Dominicana. De ahí la tripleta formada por el Tío Sam, la iglesia y algunos militares formados por el tirano Trujillo.

El 17 de diciembre de 1962, el sacerdote jesuita se tambaleó envuelto en sus falsedades, y avergonzado por la paliza que recibió de Bosch.

Sin embargo, aunque durante el debate, el profesor Juan Bosch se impuso a Láutico García, y ganó la presidencia.

Al caer las piezas del rosario de Láutico García, un sector de la Iglesia Católica siguió conspirando, y el capellán Marcial Silva fue elegido para motorizar el estallido de abril en 1965, cuando el pueblo hizo trizas a las tropas de Wessin y Wessin, entrando los gringos a socorrerlas.

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