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La Patria vista desde lejos

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REFLEXIONES…

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsinz?

Siempre he sido un hombre muy romántico, enamorado de mi música, de mi país, de mis valores patrios, pero jamás imaginé la emoción y la nostalgia que se sentían cuando desde lejos vemos lo nuestro.

Estar sentado en un lugar, escuchando música, al otro lado del mundo y ser sorprendido con un merengue dominicano, te hace sentir importante, lucir tu bandera o escudo te hace sentir orgulloso de ser dominicano, cualquier señal que identifique tu tierra, cala en lo más profundo de tu corazón.

Cuando te encuentras con alguien que te menciona Punta Cana, la Ciudad Colonial, el coco de agua, el ron, nuestra cerveza presidente o la sabrosura de nuestra gente, entonces se te sale la babita.

Son cosas que las tenemos a diario en nuestro país, pero las tomamos muy en cuenta, cuando la nostalgia, por la distancia, se apodera de nosotros.

El día de la Virgen de la Altagracia, las Mercedes, Juan Pablo Duarte, las madres o día de los padres, entre otros, trasladan nuestra mente a nuestro lugar de origen.

Nos quejamos de lo que tenemos, comparamos a nuestro país, en ocasiones hasta menospreciamos muchas cosas, sin embargo, añoramos nuestra tierra un día lluvioso, una noche de luna, o más aún cuando el frío nos congela.

Cuanta falta hace un arroz con habichuela, unas habichuelas con dulce, un pastel en hoja, un chicharrón con casabe o yuca, de la esquina o un simple locrio de pollo.

A los amigos queridos, familiares amados y conocidos los recordamos permanentemente.

Así es la vida, pero lo que Víctor Martínez más extraña, por estos mundos, es no poder entrar a una Iglesia Católica, escuchar el coro de las Siervas de María o intercambiar un abrazo de paz, pues al final a mi Señor lo llevo siempre conmigo en mi mente y corazón.

Hasta la próxima.

 

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