Levántate, no temas
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REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Levántate, no temas. Hoy te pido acompañarme a escuchar a Jesús. Pidamos a Dios quite de nosotros toda perturbación que nos impida escuchar su voz, y escuchemos en nuestro interior la Palabra de Dios.
En las lecturas del libro del Génesis 12, vemos como el relato de la vocación de Abrahán nos presenta al patriarca dejando su tierra y emprendiendo un largo viaje hacia una tierra prometida por Dios, vemos como él se convierte en el prototipo de creyente que, fiado en la palabra de Dios, deja todo cuanto posee y se pone en camino rumbo a lo desconocido.
El salmo 32, recoge expresiones de confianza que muy bien podrían haberle acompañado durante la ruta. La escena evangélica de la transfiguración confirma la vocación de Jesús como Hijo amado de Dios e invita a los discípulos a que lo escuchen y le sigan en el camino hacia la Pascua. Pablo subraya que la fidelidad a esta “vocación santa”, no exenta de dificultades, no es obra nuestra, sino fruto de la gracia que se ha manifestado en Jesucristo.
Dios ha prometido gratuitamente a Abrahán una bendición universal y definitiva, él nos librará de la muerte, por lo que debemos confiar en su misericordia, repitiendo, tal como nos dice el salmo: “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.”
En la lectura del apóstol san Pablo a Timoteo 1, vemos como aplica la vocación de Abrahán, y su respuesta de fe, a los cristianos, en concreto a Timoteo, uno de sus discípulos predilectos, mostrándonos como Dios nos llama a una vida santa.
Llega entonces, en Mateo, uno de los momentos más impactantes, que nos va a mostrar la gloria del Jesús transfigurado; nos trasladamos a la cima del monte Tabor y contemplamos allí en presencia de sus tres discípulos más cercanos, Pedro, Santiago y Juan, cómo se los llevó aparte a una montaña alta, se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Aparecieron Moisés y Elías conversando con él, una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz decía: “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo”.
Tras el espanto y el susto de los tres discípulos, al invadirles aquella paz y bienestar, Pedro le dice: “Señor, ¡qué bien se está aquí!”
Caen en un estado profundo, para ser interpelados por Jesús, al decirles: “Levántense no teman”.
Víctor Martínez te invitó, al principio, a escuchar hoy la voz del Señor, el Padre te dice, levántate no temas, no importa lo que haya sucedido en tu vida, Dios te ama, te perdona y te invita a acompañarlo, Él quiere caminar junto a ti, complácelo, sal de esa zona de confort en la que estás inmerso que te está consumiendo en la soledad, y sentirás la paz y la felicidad tan añorada por ti y que solo Dios te puede dar.
Este mensaje ha llegado a todos ustedes como cortesía de la Fundación Farach.
Hasta la próxima.