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Luchando contra el mal

REFLEXIONES...

 AYUDAME A SALVAR UNA VIDA 

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

Pensar que existen seres humanos que no creen en el mal presente en la vida de los hombres es algo que me asusta.

Mientras más decides hacer el bien, entregarte a las cosas de Dios, orar, renunciar al pecado, vivir una vida más santa, más te atacan las tentaciones, es entonces cuando empiezas a entablar una lucha constante contra las fuerzas del mal.

Mi presencia en Santo Domingo queriendo llevar la Palabra de Dios en sus diversas modalidades a niños, adolescentes, adultos, parejas, fue algo interesante, pues fueron tantas las contrariedades que tuve que vencer, que se convirtieron en una gran prueba de fe.

Hospedarme en Casa San Pablo fue una estrategia del Padre que me sirvió de mucho, una casa de retiros, un lugar sagrado, en el que hay que llegar a las 10 de la noche porque te cierran las puertas, lleno de cantidades de habitaciones en las que, en ocasiones solo estaba yo durmiendo, me levantaba como siempre en las madrugadas y caminaba los solitarios pasillos y jardines orando intensamente y encontrándome con el Padre cada mañana para sostener profundos diálogos, era todo un ritual.

Mi habitación tenía dos capillas una a cada lado y el Santísimo a mi disposición permanentemente, fue el sitio ideal para defender mi espiritualidad alcanzada durante estos años en este proceso de crecimiento en Turquía.

Impartir los fines de semana las actividades que llevamos a cabo en espera de personas interesadas, para poder cubrir los gastos de estar hospedado en este lugar, además de pagar por el uso de sus instalaciones, confieso que fue estresante, pero trabajé arduamente para Glorificar al Padre, para sostenerme y logré sembrar la semilla en quienes aprovecharon esos talleres, sin importar el número de personas.

Me enfermé mucho, virus muy fuertes que no cedieron durante toda mi estadía, hubo alarma médica con mi corazón, gasté mucho en medicinas, consultas, estudios especiales.

Libré batallas contra el mal que no voy a narrar hoy, pero no puedo dejar de mencionar la aparición de la Virgen aquella madrugada en la que vestida de azul me despertó entregándome una botella de agua, ya sentado en la cama observándola y escuchando su mensaje, al tomar la botella desapareció. Guardé en silencio, en mi corazón aquella aparición.

Fue una extraordinaria experiencia en la que pude reafirmar una vez más los planes de Dios para conmigo, hoy desde lejos recuerdo lo que pasé cada día, cómo gracias al apoyo de algunos hermanos, de mi Comunidad de Amor, de algunos empleados de CSP, pude combatir los males y transformar los momentos difíciles en medios para crecer espiritualmente.

Las fuerzas del mal se manifestaron de muchas formas, pasaron cosas desagradables que fueron vencidas gracias al poder de la oración, pero logré cumplir mi misión de glorificar al Padre por sobre todas las cosas.

Víctor Martínez da gracias a Dios por todo, hasta por “mi amigo sacerdote” que me cerro las puertas en mi cara, frente a quien sacudí el polvo de mis pies (Mateo 10:14) para continuar repartiendo amor por todas partes, una muestra más de la existencia del mal en los corazones de quienes no cultivan su espiritualidad y no son hombres de Dios.

Este mensaje ha llegado a todos ustedes gracias al apoyo recibido por la hermana Ana Cecilia Mejía.

Hasta la próxima.

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