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Parroquia El Buen Pastor

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REFLEXIONES…

 

 

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?

Cada vez que llega una Semana Santa y escucho el salmo del Buen Pastor no puedo dejar de recordar mi colegio y mi parroquia El Buen Pastor.

Es este un majestuoso templo católico de Santo Domingo, enmarcado en uno de los sectores más privilegiados de mi país. Hoy compartiré con ustedes algo de su historia.

Año 1974, sector en el que no había calles, sino caminos entre fincas y solares y escasas viviendas, porque los edificios no existían.

Víctor Martínez decide comprar un pequeño colegio, con el apoyo moral, la asesoría y el entusiasmo de mi gran amigo Aquiles Farías, EPD, para trasladar mi colegio Centro Especializado de Enseñanza, con apenas un año de existencia, aquel pequeño colegio se convirtió en un gran edificio equipado para albergar alrededor de 800 estudiantes.

Lo que nunca faltó fue una pequeña capilla, lugar de oración, para dar gracias al Padre por todos los favores recibidos, capilla que fue bautizada con el nombre de Nuestra Señora de la Altagracia y bendecida por Monseñor Príamo Tejada.

Años más tarde me visita el hoy Cardenal López Rodríguez para proponerme fundar una Parroquia en ese sector que funcionara desde las instalaciones de mi colegio Centro Especializado de Enseñanza, lógicamente de inmediato procedí a todos los preparativos.

Realicé un censo parroquial con mis estudiantes y el apoyo de mi hermano Bolívar Troncoso, entre los límites establecidos para la formación de la parroquia, sólo existían 505 viviendas, con una comunidad de selectas familias muy buenas, el lema que utilicé para promover ese censo fue: “La Iglesia somos todos”.

Recordé hoy a un grupo de caballeros católicos de una extraordinaria calidad humana, todos fallecidos, Rafael Bisonó, el Arquitecto Estrella, quien debió construir el templo, pero…, mi hermano Benoni, Andrés Ramos, Monseñor Juan Félix Pepén, quienes, en presencia del Padre Soto, nos reunimos para determinar algunos detalles, entre ellos el nombre de la Parroquia.
Estos hombres de Dios siempre respaldados por un grupo de damas y otras familias, como fueron, Flor, Mery Rosa, la Sra. Albuerme, Teresa Pepén, y otras honorables familias a las que pido excusas por no recordar ahora sus nombres.

El Padre Soto traía algunos nombres para la parroquia, para ver nuestros pareceres, a los que yo me opuse al hacer un análisis que fue apoyado de inmediato por Monseñor Pepén, era el siguiente: ese es el sector de Santo Domingo, donde más iglesias evangélicas y de otras creencias existen, teníamos que elegir un nombre que no aludiera a ningún santo, no solo para crear las expectativas del tipo de Iglesia que éramos, sino para sembrar una modalidad diferente en la que el Señor fuera el principal protagonista, en una comunidad en la que no creían en santos. Me impuse con la idea, hasta lograr después de una llamada personal que hice al Cardenal, que fuera aprobada mi propuesta, aproveché y cambié el nombre del colegio por el del Buen Pastor.

Cómo no revivir en mi corazón los recuerdos de un sector, el Evaristo Morales, en el que me tocó construir una comunidad de amor, una comunidad parroquial, unir los barrios marginados que vivían en riñas, asistir a enfermos y necesitados del barrio, becar cientos de niños y adolescentes que no podían pagar una educación, abrir una escuela de tarde para los necesitados y de alfabetización en las noches, repartir comida, ropas, juguetes, con el apoyo y la ayuda de mis alumnos del colegio, en fin, ahí está la gran obra para Glorificar al Padre.

Hoy, desde lejos, en el aniversario de mi ordenación como Diácono de la Iglesia Católica, el 24 de marzo del 1985, alcanzo a ver con los ojos del alma y con la satisfacción del deber cumplido a mi parroquia El Buen Pastor y a los moradores del Evaristo Morales, que no se imaginan ni remotamente su historia.

Gracias Padre por haber elegido a este indigno siervo tuyo, un día como hoy, para servirte, glorificarte y ayudarte en la transformación del mundo.

Este mensaje ha llegado a todos ustedes como cortesía de la Sra. Yolanda Logroño.

Hasta la próxima.

 

 

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