Quieren destruir a la Policía Nacional y entonces…
Por Lic. José Cuevas
(Oficial retirado PN)
El presidente Luis Abinader acaba de decir que dentro de la Policía Nacional, hay sectores opuestos a la reforma policial.
La gobernadora de la provincia de Santo Domingo, acaba de afirmar que, desde la Policía Nacional mandaron a matar a la pareja de esposos evangélicos, caso Villa Altagracia, para hacer saltar del cargo al jefe de esa institución.
El presidente Abinader no es un candidato presidencial, sino, es el jefe de Estado y, por tanto, como tal, debe identificar a esos sectores y expulsarlos de las filas de la Policía Nacional.
En Villa Altagracia se comenta que los pastores cayeron en una confusión, que realmente el ataque no era contra ellos, sino contra los ocupantes de un vehículos, con características similares, cuyos ocupantes habían dado un tumbe, y no de coco, sino de coca.
Las contradicciones en que cayó el jefe de la Policía, en una entrevista por TV, y sus versiones sobre los hechos, deja mucho que decir y, posiblemente, fortalece la versión del supuesto “tumbe” y la protección a un coronel, que un negro historial, que era el comandante de esa dotación. Un oficial que denigra a la institución.
Si la gobernadora de Santo Domingo es una funcionaria responsable, debe decirle al país y a su jefe, el presidente de la República, quiénes mandaron a matar a esos esposos para hacer saltar al jefe de la Policía Nacional.
Una funcionaria de esa categoría, no puede estar hablando por hablar, debe tener las pruebas necesarias y debería de ser interrogada por la Procuraduría General de la República.
El presidente Abinader es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional y, por tanto, tiene el bastón en sus manos y puede tomar cuantas medidas sean necesarias para erradicar a los sectores que se oponen a la reforma policial.
Cada vez que hay un nuevo jefe de la Policía, llueven las denuncias de conspiran en su contra, de que lo quieren hacer saltar y, mientras tanto, la delincuencia nos sigue arropando.
Eso no es nuevo. Ni tampoco el desplome de la imagen de la Policía. La Policía se puede levar, tal y como lo hizo, cuando nos decían, “ahí vienen los indios” y hasta un vaso de agua nos negaban en los barrios.
En este país, todos los sectores, incluyendo los propios policías, quieren una reforma policial, pero que beneficie a cada uno de los miembros de esa institución, para que se sienten con ánimo suficiente para darle protección a la sociedad.
Una transformación real, no el cachivache de reforma que hizo el presidente Danilo Medina, que por cierto, violentó su propia ley, al dejar por tres años como jefe de la Policía, a un individuo que su jefatura marchó de escándalo en escándalo.
El presidente Abinader, aunque sus intenciones lucen ser positivas, debe actuar como jefe de Estado, no como candidato, si realmente quiere una verdadera reforma policial, aunque a nuestro juicio, comenzó errado, designando a una comisión, que de policía, no sabe nada.
Vamos a reformar a la Policía Nacional, no a destruirla. En estos momentos su imagen está totalmente por el suelo, y desde el propio gobierno, están contribuyendo a empañar esa imagen.
En estos momento, los miembros de la Policía Nacional son irrespetados donde quiera que llegan y, esta situación es peligrosa, y va en perjuicio de la debilucha seguridad ciudadana.
Los delincuentes parecen que están nadando en sus aguas, mientras que las disposiciones oficiales, sobretodo el toque de queda, son violentadas inmisericordemente.
En nuestro país, la seguridad ciudadana es un mito, pues la gente no está segura ni en su propia casa y esa inseguridad no es culpa exclusiva de la Policía, el Ministerio Público, especialmente aquellos que vive liberando delincuentes, también son responsables de esa situación y, por tanto, también debe ser transformado.
La verdad es que, por un grupito de indeseables, quieren destruir a la Policía Nacional, y entonces… ¿quién nos defenderá?