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Recuerdos de mi juventud

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REFLEXIONES…

 

 

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadasim, ¿nasilsin?

Es lindo vivir de los recuerdos, pero de aquellos que no te abren heridas cicatrizadas.

En mis tiempos llevábamos muchas serenatas a las chicas y yo era siempre el poeta del grupo, me encantaban aquellos poemas que recitaba Juan Llibre. Si la chica tenía su mirada puesta en otro, los amigos me pedían recitarle:

“Yo sé que tú eres de otro, y a pesar de eso , espero y espero sonriente, porque yo sé que un día como en amor, el ultimo vale

más que el primero, tu tendrás que ser mía.

Yo se que tu eres otro, pero eso no me importa, porque nada es de nadie si hay alguien que lo ansia y mi amor es tan largo y la vida es tan corta que tendrás que ser mía.”

Cuando había un rompimiento, me pedían poema de la despedida, decía así:

“Te digo adiós y acaso te quiero todavía, no se si he de olvidarte pero te digo adiós, no se si me quisiste, no se si te quería o talvez nos quisimos demasiado los dos, este cariño triste, apasionado y loco me lo sembré en el alma para quererte a ti, no sé si te ame mucho o si te ame muy poco, pero si sé que nunca volveré a amar así, me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo y el corazón me dice que no te olvidare, pero al quedarme solo, sabiendo que te pierdo, quizás empiece a amarte como jamás te ame.”

Y así Víctor Martínez complacía peticiones, cada uno del grupo tenía una situación diferente, pero a casi todos le gustaba este pequeño poema:

“Podrá apagarse el sol eternamente, podrá secarse en un instante el mar, podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal, todo sucederá, podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón, pero jamás, jamás, podrá apagarse en mí, la llama de tu amor.”

Nos acostábamos tarde los sábados en la noche, pero al otro día todos a las 9:00 am en la Iglesia cantando en el coro. Bellos recuerdos.

Hasta la próxima.

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