REFLEXIONES: Angustias en el camino
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos ¿qué tal? Continuamos caminando en busca de la transformación espiritual, que nos llevará a crecer en el Espíritu, pero en algún momento nos hemos sentido angustiados, hemos dudado de la efectividad de esta caminata, y es que las dificultades del diario vivir nos preocupan.
La productividad, los problemas económicos, el pan de cada día, la falta de perdón que cargo en mi corazón o mis faltas cometidas que no me dejan dormir tranquilo, las tentaciones que me rodean y contra las cuales debo luchar permanentemente, las fuerzas y las energías del mal en acecho, todo esto me abruma, me angustia, me hace sentir como desasitiado.
Es entonces cuando tenemos que creer en la Palabra de Dios, sus promesas para con nosotros, como nos dice Isaías 55, y como el Señor libra de sus angustias a los justos, tal como lo proclama el salmo 33, debemos empezar a proclamar la grandeza del Señor, contemplándolo con fe, pues cuando el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo salva de sus angustias.
El Padre conoce nuestras necesidades, por eso al levantar nuestro rostro y nuestra voz hacia Él, debemos preocuparnos y angustiarnos menos y sencillamente orar como nos lo indicó en Mateo 8:
“Cuando recen, no usen muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No sean como ellos, pues su
Padre sabe lo que les hace falta antes de que lo pidan. Ustedes oren así:
“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”.
Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, también los perdonará su Padre celestial, pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre perdonará sus ofensas».
Víctor Martínez te invita a no dejar que tu corazón se angustie, a no mirar hacia atrás y continuar junto a mí, nuestra caminata de 40 días, pero limpiando tu corazón.
Hasta la próxima.