REFLEXIONES: Bósforo y melancolía
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Hola, amigos, ¿qué tal? Era un sábado 2 de abril, me encontraba atravesando en una embarcación, el Bósforo , también conocido como estrecho de Estambul, es un estrecho que separa la parte europea —englobada durante el Imperio otomano en la provincia europea de Rumelia de la parte asiática.
La soberanía sobre el estrecho ha sido motivo de discusiones y guerras a lo largo de la historia. Griegos, otomanos y rusos han pretendido cerrar el estrecho y utilizarlo solo para sus barcos en distintos momentos de la historia.
Tras la Primera Guerra Mundial, y como resultado de la derrota del Imperio otomano en la misma, en 1918 el estrecho fue expropiado al Imperio otomano y puesto bajo el control de una Comisión Internacional de los Estrechos Turcos, presidida por el Reino Unido y que también integraban Francia, Italia y Japón. Desde que en 1936 esta comisión fue disuelta, la soberanía fue devuelta a Turquía a condición de que lo mantuviese abierto para todos los buques civiles en tiempos de paz.
Divide en dos partes la ciudad de Estambul y conecta el mar de Mármara con el mar Negro. Castillos otomanos se alzan en las colinas de su ribera. Las orillas del estrecho están densamente pobladas, ya que la ciudad de Estambul (con una población de al menos 14 millones de habitantes) se asienta entre este estrecho que divide Europa de Asia.
Independientemente de su historia, de la belleza impresionante de este maravilloso paseo, Víctor Martínez sintió nostalgia, pero no tristeza, fue un sentimiento en el que la alegría, la gratitud a mi Creador, la ausencia de algunos seres muy queridos, me dejaron por un momento envuelto en pensamientos y sentimientos, interrumpidos por la brisa cortante del frio implacable y de la calidez imponente de sus aguas.
Algunos historiadores defienden que habrá sido este estrecho, alrededor del 5000 a.C., donde se dio el diluvio universal descrito en la Biblia. En términos científicos, ocurrió una inundación en el Bósforo, que podría tener relación directa con la Biblia.
Bósforo, estrecho que separa dos continentes, he dejado en tus profundidades sagradas, parte de los que fueron mis pensamientos y sentimientos, mientras te observaba, atónito y lleno de sorpresa por tu impresionante belleza, otra manifestación más del amor de Dios.
Hasta la próxima.