REFLEXIONES: Los niños de la escuelita
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Los niños de la escuelita me pusieron a pensar. Era una tarde muy lluviosa, parado frente a mi ventana veía el agua caer, recordaba mi niñez, cuando podíamos bañarnos en los aguaceros y poníamos barquitos en las cunetas a echar carreras, me puse nostálgico, qué pena que no pueda hacer lo mismo con mis nietos, ¡cómo cambian los tiempos!
Fue entonces cuando apareció un grupo de niños que salían de la escuelita El Buen Pastor, y con todo y aguacero caminaban felices bajo el agua, eran de los barrios marginados de los alrededores.
Pensé en la vida, en las carencias, en las diferencias sociales, en los diversos ambientes en los que crecen nuestros niños, unos con muchas oportunidades, otros con apenas algunas, pero recordé a los que no tienen ninguna.
A veces nos quejamos tanto extrañando lo que no tenemos, que se nos olvida todo lo que a nuestro alrededor existe que nos da confort, calidad de vida, bienestar y razones más que suficientes para ser felices y dar gracias a Dios.
Víctor Martínez dio gracias al Padre por su amor, por su eterna misericordia, por el pan de cada día, por la salud, por los bienes recibidos, por las expresiones de afectos y bendiciones, que constantemente me llegan por las redes, me sentí el hombre más feliz del mundo, dichoso, escogido, privilegiado.
No puedo, ni debo quejarme, pues además los tengo a todos ustedes, que con tanto amor me leen o me escuchan cada mañana, para reciprocarme con un saludo, una bendición o un gesto de amor. Dios los bendiga.
Hasta la próxima.