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REFLEXIONES: Orando por ti

  AYUDAME A SALVAR UNA VIDA  

 

 

 

Hola, amigos, ¿qué tal? Era una mañana fría, me vi rodeado de hermosos paisajes, entre montañas y una vegetación no acostumbrada en mi país, pinos, agua, aves, un sol cálido, sin mucha fuerza y un cielo despejado.

En mi nueva rutina de vida, dispongo de momentos para ejercitarme física, mental y espiritualmente, tal vez ha sido una de las etapas de mi vida en las que más he sentido la presencia de Dios, en medio del silencio y soledad, lejos de algunos de mis seres queridos y teniendo que entablar largas conversaciones con el Creador.

Hoy, a pesar de la gran felicidad que siempre me acompaña, sentí tristeza, nostalgia, por un momento me transporte a mi tierra, a mi patria, a mi hogar y recordé aquella frase que siempre me repito al entrar a mi casa: “En este nido de amor, María es nuestra Madre y Jesús es el Señor”, fue entonces cuando puse una bella melodía, encendí mi laptop, deje de recordar y me puse a escribir.

La fórmula mágica para combatir las vibraciones que en ocasiones podrían afectar nuestro estado de ánimo, es ocupar tu tiempo, no te pre – ocupes, ocúpate, ora, lee, pinta, escucha buena música, trabaja en algo, haz lo que sea que te distraiga y aleja los pensamientos negativos, pesimistas, recuerdos desagradables y situaciones que ya pasaron y no tienen solución.

Víctor Martínez se recogió a orar: “Hola Padre, ¿cómo estás?, te bendigo y te alabo en esta mañana y te doy gracias por todo tu amor manifestado en cada momento de mi vida, una vez más te pido perdón por todas las cosas de mi vida que te hayan podido disgustar, hoy elevo mis oraciones por todos aquellos que me piden sus oraciones, por estar enfermos o con situaciones personales difíciles, aquí tengo algunos nombres, aunque Tu Señor, sabes quienes son, toca los corazones de quienes sufren y llénalos de tu amor, bendice a mi país, a mi gente, a mis familiares, de manera particular a quienes están haciendo esta oración junto a mí en este momento. A quienes oran por mí, me recuerdan con cariño o me desean buenos deseos, llénalos de tu presencia en este mismo momento y devuélveles engrandecidas sus buenas intenciones. Gracias Padre, por estar siempre a mi lado, glorificado seas por siempre. Amén.

Jamás cambiaré la felicidad que siento, al saber que Dios está siempre en mi corazón, por nada, ni nadie.

Hasta la próxima.

 

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