Zapete y la ridiculez de un ministro
Por Augusto Álvarez
Los documentos en poder de los abogados del comunicador Marino Zapete, en buena justicia, obligarían a la suspensión de la farsa programada.
Incluso, a quien más convendría gritar ¡paren eso! es al jefe supremo de todos los poderes.
Zapete es un periodista creíble, con décadas de ejercicio profesional, y nunca se aventuraría a arriesgar su honorabilidad informativa, sin tener las pruebas en su poder.
Cuando se está en medio del pantano, los esfuerzos para salir del mismo no responden en favor del atrapado, igual podría ser el caso del procurador Jean Alain Rodríguez.
Si las acusaciones que se esgrimen para responder a Marino Zapete carecen de lógicas jurídicas ¿cómo quedaría el procurador?
¡Qué sencillez!, cuando un alguien camine y entiende tener un clavito en el zapato, hace una pausa, y sacude el calzado, y para un servidor público, la mejor honra, es cuidarse de las tentaciones.
Con el respaldo de la honestidad, se conocerán verdades que quizás para el litoral oficial, resulten imposible de aceptar. Sin embargo, la proximidad de un proceso electoral, el juicio a Marino Zapete constituya una especie de papa caliente para las autoridades.