REFLEXIONES: Ver para creer
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
Hola, amigos, ¿qué tal? Quien le diría a Santo Tomás que miles de años después existirían más incrédulos que los de su época y que los superarían a él con el recelo, la suspicacia, la desconfianza y la malicia.
Hoy son muchos los que han dejado de creer por llevarse de la ciencia, del materialismo, de la modernidad, de lo demostrable, perdiendo el sentido y valor que tiene el creer sencillamente por fe, no creen en su pareja, viven inseguros, desconfiados, no creen en sus hijos, en su futuro y capacidad para alcanzar sus metas, no creen en ellos mismos, sintiéndose inseguros, ansiosos, estresados, incapaces, mucho menos van a creer en Dios.
En el Evangelio de Juan 20 de hoy vemos este pasaje:
“Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero, él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.» Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz esté con ustedes.» Luego, dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» Tomás le contestó: «Señor mío, y Dios mío.» Le dice Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.” Palabra de Dios.
Hoy el Señor te invita una vez más a Creer, sin exigencias, ni pruebas, ni señales, simplemente por fe, Víctor Martínez te exhorta a amar a Dios sobre todas las cosas, a darle un voto de confianza, a escucharlo con atención, a comportarte según sus designios y ¿Por qué no?, a verlo en cada amanecer, en cada manifestación de la naturaleza, en el rostro inocente de los niños, en el hermano que te pasa por al lado necesitado de una sonrisa o en el hambriento que espera a alguien como tú, que le dé con que comer ese día.
Recuérdalo, nunca te acuestes sin hacer una obra de caridad, y estarás sintiendo la presencia de Dios.
Hasta la próxima.