Extraño mis obras
AYUDAME A SALVAR UNA VIDA
REFLEXIONES…
Hola, amigos, ¿qué tal? Merhaba, arkadaslar, ¿nasilsiniz?
Una de las cosas que más extraño de mi país era la oportunidad de poder servir constantemente a la sociedad, ayudando a los más necesitados de medicamentos, comida, ropa, amor, consejos…
He tratado de mantener desde la distancia mi apoyo incondicional a todo el que requiera de mí, pero el encuentro personal, las visitas a los enfermos, la asistencia en las Iglesias, entre otras, las extraño.
Me gusta caminar, aunque peleando contra el frío, por el parque y los alrededores de Kizilay, hay mucha oportunidad de extender tu mano amiga a quienes con un instrumento musical cualquiera están tocando y cantando para alegrar a todo el que pasa y con la espera de una simple limosna, niños extranjeros que extienden su mano, enviados por sus padres, pidiendo una limosna; ni modo, tienen que comer.
Uno de estos días un pobre anciano caminaba muy temprano, sin estar abrigado, con los pantalones casi por la rodilla y la imposibilidad de podérselos subir, entre la multitud indiferente, lo vi desde lejos, pero en ese momento llegó mi autobús y rápidamente tenía que abordarlo para no perderlo, qué mal me sentí por no haberlo asistido.
Ayer mientras contemplaba las fuentes de agua del parque que siempre me invitan a la meditación profunda y al encuentro cercano con mi Dios, alcance a ver a una chica con un pequeñito bizcocho, una velita y un encendedor, en el momento de encenderla yo pasaba, me extrañó y la interrumpí preguntándole en inglés ¿estás de cumpleaños?, a lo que me respondió en turco, no sé qué, tomé el traductor y me decía con tristeza que se había quedado esperando toda la mañana a quien celebraría con ella, le dije: al apagar la vela, pide un deseo a Dios, que te traiga a la persona que deseas a tu lado, empecé a cantar happy birthday y al apagarla me retiré. Media hora más tarde cuando pasaba por ahí la veía abrazada de su chico, muy feliz, me señaló e imaginó que le contó.
Son los pequeños detalles de amor que te convierten en un ser especial, diferente a los demás, es como andar regando las semillas y dejando en cada corazón un sutil mensaje de la presencia de Dios.
Víctor Martinez recordó a los haitianitos de la esquina, las carencias de los tantos dominicanos necesitados, mis visitas a las cárceles, a los hospitales, a los barrios marginados desde niño, las campañas de navidad en el colegio en la que mis alumnos llevaban miles de artículos y comida, para nuestras obras de caridad, mis prédicas en los cañaverales de Villa Mella y la cárcel La Victoria, todos los domingos, las conferencias para recaudar fondos para operaciones de personas quebrantadas, en fin, pasé un largo rato sentado en un banco, recordando y preguntándole a mi Señor, ¿qué hago yo aquí?.
Alguien me decía en estos días: “te has pasado la vida dando, es hora de que hagas un alto, descanses y permitas que DIOS siga dirigiendo tus pasos”.
Te lo he repetido otras veces mi Dios: “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”.
Este mensaje ha llegado a ustedes como cortesía de doña Socorro Marmolejos.
Hasta la próxima.